Yo vi llover

En esa puerta yo vi llover. 
Fue hace por lo menos cuatro años atrás cuando yo, parada justo sobre esa puerta, vi llover. Y también vi entrar el agua de a poquito, un poco más, y más hasta que me tapó las zuelas de las zapatillas. En esa puerta blanca yo vi a mis pies inundarse. Yo vi llover.
En esa puerta, también, abracé a un chico. Lo abracé mucho porque en esos años, creo, nos queríamos. O algo así, uno nunca sabe identificar bien qué es querer a alguien. Podemos identificar lo que no es pero nunca lo que si, porque toma tantas formas el querer. Y yo lo abracé y el me abrazó porque, creo, nos queríamos. 
Yo vi llover.
En esa puerta blanca, que hoy después de cuatro años sigue rota como entonces, yo le hice una pregunta que no debía al chico que, creo, quería. No lo sé, toma tantas formas el querer. Y el me contestó que no, que no, que no; que ya estaba, que no quería hablar del tema, que me olvide. Que mire el cielo, lo feas que eran esas nubes negras. ¿Qué hacemos? ¿Nos vamos? No sé. ¿Corremos? No llegamos a casa. Pero si nunca estuvimos en casa. Yo vi llover.
Bajo esa puerta blanca y rota nos agarró la lluvia. Y aguantamos ahí lo que pudimos porque el agua se nos vino encima, nos empezó a golpear la cara hasta que nos llenó los ojos de desgano. Y nos metimos sin ningún pudor, aunque ya estábamos empapados. ¿Qué hacemos? ¿Esperamos a que pare? Ya estamos acá. Tenés razón, ya está. Ya está. 
Yo vi llover. 
Adentro de esa casa que no era nuestra y nunca lo sería, yo vi los graffitis comerse las paredes. Los leí uno por uno y después se los leí a él, y después jugamos a adivinar cuál era el mejor. No lo sé, toma tantas formas el querer. Y mientras tanto afuera llovía cada vez más, cada vez  más, cada vez más fuerte. Hasta que nosotros nos cansamos de jugar y el agua se empezó a filtrar por debajo de la puerta, por las goteras del techo, por los agujeros de las paredes. Yo me voy, ¿sabes? Si, ya sé. Ya sé. Pero te quiero. No lo sé, toma tantas formas el querer. 
Y se fue. Yo vi llover.

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"Para escribir bien hay recetas, consejos útiles, un aprendizaje. Escribir, en cambio, es una decisión de vida, que se realiza con todos los actos de la vida". César Aira.