Niño: quiero que seas.
Quiero que creas
que la luna te persigue
y que el sol no lastima
si lo mirás fijo.
Quiero que descubras tu sombra
y que no te asustes de ella,
que hables con los animales,
que le cantes a las plantas.
Quiero que no conozcas el mar
ni el mal
pero que cuando lo hagas
ninguno de los dos
te enfríe lo pies
o te golpee duro en el pecho.
Quisiera con egoísmo
que no crezcas
pero así de pequeño
solo yo puedo gozar
y yo quiero, niño,
que seas el primero en disfrutarte.
Mi niño, sangre de mi sangre,
que de amar nunca te olvides
y que amor nunca te falte.
Que te quedes, que me quedes
estampado en la piel;
que pidas un rato más,
que averigües de qué estás hecho,
que no te pesen las alas.
Que seas libre o no serás nada.
Niño: yo quiero que seas,
y que si alguna vez mirás atrás
sea para volver a darme un abrazo
porque me extrañas.
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