tanto andar cuidando las formas
y jurando en nombre de Eros
para que en un par de horas
espejos ajenos la vean desnuda.
Ahogadas lloran por la boca
caricias de unas manos borrachas
que no supieron contener el deseo,
aun sabiendo que esa avidez
también infringía sus propias reglas.
Relumbra un apocalipsis interno,
una guerra de morales y secretos
donde un empate puede durar toda la vida
y una pérdida puede durar toda una herida.
Tanto andar poetizando los problemas
que se hizo la hora y se tuvo que vestir.
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